Cancioncilla
Dámaso Alonso
Otros querrán mausoleos
donde cuelguen los trofeos,
donde nadie ha de llorar,
y yo no los quiero, no
(que lo digo en un cantar)
porque yo
morir quisiera en el viento,
como la gente de mar
en el mar.
Me podrían enterrar
en la ancha fosa del viento.
Oh, qué dulce descansar
ir sepultado en el viento
como un capitán del viento
como un capitán del mar,
muerto en medio de la mar.
Ilustración de "La isla del tesoro". Biblioteca Nacional, Madrid
La Canción del Pirata
Suburbano
La isla del tesoro
Robert Louis Stevenson
"La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;"
José de Espronceda
Pirates
Emerson, Lake and Palmer
Piratas
Quién haya hecho esta marca,
gritó el Capitán,
que por el Diablo haga un brindis
saciaremos la espera
con copas de oro
y alimentaremos el mar con fantasmas
veo vuestra sed de fortuna
podría ser mejor
servida bajo mi bandera
si teneis estómago
para una andanada
subid a bordo, mis guapos muchachos
os tomaré y os convertiré
en todo aquello que habeis soñado
Preparad rápido los cañones, esta noche zarpamos
en cuanto la marea alta inunde la bahía
soltad las amarras
y tensad las crucetas
estibad la bandera negra
El turco, el árabe y el español
tendrán pronto peniques en sus ojos*
y cualquier otra belleza cargada
la tomaremos por sorpresa
te tomaré y te haré
lo que tú siempre has soñado
Seis días por la costa Cubana
cuando otearon una vela delante
un galeón de la flota del tesoro
El vigía del palo mayor gritó
más cerca del viento, mis muchachos
el Capitán de ojos enloquecidos rugió
llamando a cada hombre que esté vivo esta noche
estará transportando oro a bordo
Perdónanos, rogaba el galeón
pero la cara de la piedad había huído
la sangre manó de las almas aullantes
que el sable de abordaje iba cosechando
empujado hasta la toldilla
el último superviviente cayó
ella es nuestra, muchachos
el capitán sonrió
y no quedó nadie para contarlo
El capitán se levantó de un diván de seda
con una pistola en su puño
y disparó a la cerradura de una caja de hierro
y besó a un rubí rojo sangre
os doy joyería de turquesa
un crucifijo de oro macizo
un millar de piezas de plata
es tal y como yo había contado
vosotros, vereis ante vosotros
todo lo que siempre habíais soñado
Anclado en una bahía iluminada en índigo por la luna
con los ojos de oro junto a los fuegos
los ladrones del mar descansan
Por la mañana, conchas blancas
y una pipa de arcilla
mientras el el viento rellenaba sus pisadas
estaban muy, muy lejos
Nuestras velas se hinchan del todo
mientras afrontamos todos los mares
con viento del oeste
para vivir como queremos
con las malvadas mujeres de ojos salvajes
de la ciudad de Portobello
donde nos han dicho
que una bolsa de oro
compra una corona a cualquier hombre
te servirán y te vestirán
cambia tus harapos
por los abrigos de terciopelo de los reyes
¿Quién brindará conmigo?
os doy libertad
esta ciudad es vuestra - esta noche
¡Vino de la casa!
y que sea el mejor
ponlo en una copa para la sed de los perros del mar
dos largos años de huesos y playas
la fiebre y las sanguijuelas lo hicieron lo peor que pudieron
así que llena la noche con el paríso
tráeme de todo lo mejor
hasta explotar
pero primero, quiero un buen trato
en el sitio correcto
quiero sentirme como un rey esta noche
diez al negro
para vencer al francés
atrás, perros
dejadles sitio para darse media vuelta
y abrid del todo la dulce puerta del Cielo
esta noche vamos
a ver si el Cielo arde
quiero un ángel con una cadena de oro
y la cabalgaré hasta las estrellas
es la última vez
hasta dentro de mucho, mucho tiempo
cuando llega el amanecer nos embarcamos
con la subida de la marea de la mañana
una vez más el océano lloraba
Esta compañía volverá algún día
aunque sentimos vuestras lágrimas
es el precio que pagamos
porque hay botines a cobrar
y gloria a encontrar
romped las cadenas
volved rápidas vuestras almas
estamos destinados a El Dorado
os llevaré conmigo
para siempre, siempre, juntos
hasta que el Infierno diga nuestros nombres
¿Quién brindará conmigo?
por el Diablo y el pronfundo mar azul
el oro hace al hombre soñar
*poner monedas sobre los ojos de los muertos para pagar a Caronte el barquero que los llevará al otro mundo es una costumbre muy antigua que aparece por ejemplo en la Ilíada de Homero (800 a.C.).
Patapalo
Kiko Veneno y Raimundo Amador
- Solo de pensar en Flint me pongo enfermo...
- Jaja, a ti lo que te pone enfermo es pensar, Tom Morgan.
La Isla del Tesoro (Película de 1990)
Yo (o sea el mismísimo Jim Hawkins, lo juro), cruzando en La Hispaniola (veloz barco de cartón y cajas de zapatos) un mar Caribe que ocupa casi todo el doblao de mi abuela.
Long John Silver, Perro Negro, el Caballero, Dr. Liversey, Billy Bones cantan en cubierta, bajo el puente de mando:
"Quince hombres sobre el cofre del muerto yo-ho-ho y una botella de ron."
Mientras, Been Gum, se desgañitaba llamando nuestra atención desde la habitación de al lado, Isla del Tesoro con palmeras, loros, cuevas y cascadas (Mis hermanos no me dejaran mentir: justo en la pared del fondo se encontraba "el cofre". Verdad verdadera).
- ¡José Mariiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¿Donde se habrá metido este demonio de crío?
- ¡Ya voy!
- Venga, hijo, a comer...
............
¡Voto a Bríos! ¡Vive Dios! Cinco décadas después
desempolvo carabela, espadón y bandera.
¡Ni Dios. Ni patria. Ni Rey!
Que en esta tierra más bucaneros que balseros en el Caribe navegan.
Y comparando con un banco y su Consejo de Administración,
Sir Walter Raleigh, por mal nombre "Guantarral",
al lado de Presidente y Consejeros: ¡Un santo varón!
Así que harto de pertenecer a los que sufren siempre el pillaje,
diana de prestidigitadores del lenguaje
de rendir a bribones vasallaje,
sin encomendarme ni a Dios ni al diablo:
¡Me lanzo al abordaje!
Sir Walter Raleigh, por mal nombre "Guantarral",
al lado de Presidente y Consejeros: ¡Un santo varón!
Así que harto de pertenecer a los que sufren siempre el pillaje,
diana de prestidigitadores del lenguaje
de rendir a bribones vasallaje,
sin encomendarme ni a Dios ni al diablo:
¡Me lanzo al abordaje!
Me cago en su excelencia
Suburbano
La del pirata cojo
Joaquín Sabina
No hay comentarios:
Publicar un comentario