El pasado día 7 de noviembre murió Joseph William "Smokin' Joe" Frazier, en su carrera ganó millones de dolares pero, por no contradecir el tópico, murió en una residencia de ancianos, pobre y entrenando por cuatro duros a jóvenes boxeadores.
Frazier pasará a la historia por haber protagonizado junto a Muhammad Ali la "pelea del siglo". El combate de boxeo más duro que se conoce. Los púgiles se dieron y encajaron miles de golpes tan duros que cada uno de ellos habría matado a un hombre normal no preparado como boxeador. El gancho de izquierda con el que derribó a Ali en el 15º round (2'30'' en el vídeo), según los expertos, mataría a tres cuartas parte de los mortales. Muhammad Ali reconocería tras el combate que “Fue lo más cerca de morir que he estado”.«Sit tibi terra levis»
The Boxer
Simon and Garfunkel
El Boxeador
No soy más que un niño pobre,
aunque mi historia apenas se cuente.
Eché a perder mi entereza por un puñado de palabras;
así son las promesas: todas burlas y mentiras.
Pero el hombre oye lo que quiere oír y no hace caso a nada más.
aunque mi historia apenas se cuente.
Eché a perder mi entereza por un puñado de palabras;
así son las promesas: todas burlas y mentiras.
Pero el hombre oye lo que quiere oír y no hace caso a nada más.
Cuando abandoné mi hogar y mi familia
no era más que un niño en compañía de extraños,
corriendo asustado en la quietud de la estación de trenes,
ocultándome y caminando por los barrios pobres,
donde van los vagabundos en busca de lugares que sólo ellos conocerán.
no era más que un niño en compañía de extraños,
corriendo asustado en la quietud de la estación de trenes,
ocultándome y caminando por los barrios pobres,
donde van los vagabundos en busca de lugares que sólo ellos conocerán.
Sin pedir más que un jornal de obrero vine buscando empleo,
pero no recibí otra oferta que la invitación de las prostitutas en la Séptima Avenida.
Confieso que hubo tiempos en que me sentí tan solitario que encontré consuelo en ellas.
pero no recibí otra oferta que la invitación de las prostitutas en la Séptima Avenida.
Confieso que hubo tiempos en que me sentí tan solitario que encontré consuelo en ellas.
Ahora acomodo mi ropa de abrigo
y deseo haberme vuelto, haber vuelto a casa,
donde los inviernos newyorkinos no me desangren ni me empujen a volver, a volver a casa.
y deseo haberme vuelto, haber vuelto a casa,
donde los inviernos newyorkinos no me desangren ni me empujen a volver, a volver a casa.
En un claro se alza un boxeador y luchador de oficio.
Lleva consigo las marcas de cada puño
que lo lastimó o lo arrojó al suelo,
hasta que la furia y la vergüenza le hicieron gritar:
“Me marcho, me marcho." Pero el luchador perdura.
Lleva consigo las marcas de cada puño
que lo lastimó o lo arrojó al suelo,
hasta que la furia y la vergüenza le hicieron gritar:
“Me marcho, me marcho." Pero el luchador perdura.
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