jueves, 29 de diciembre de 2011

De almanaques y la copla

Siempre, para mi, irán indisolublemente unidos los almanaques de la Union Española de Explosivos, la copla, la pintura de Julio Romero de Torres y mi madre haciendo la cama con una vara, lustrosa por el uso, para que en la colcha no quedase una arruga ni allá donde el brazo no llegaba.
Puede ser porque cuando hacia la cama ella cantaba coplas o porque Julio Romero pintaba la copla o porque los almanaques me recordaban la pintura de Julio Romero o porque en todas las casas alguien usaba una vara para hacer la cama, cantaba coplas que se escapaban por la ventana cuando iba a la escuela y a través de los visillos podía observar los almanaques de años pasados que una vez enmarcados decoraban las paredes blancas de cal.
O tal vez sea porque me gusta la cultura pop, porque en mi generación crecimos entre lo kitsch y lo solemne y puesto a elegir me decanté por el "gusto dudoso" ya que lo otro olía demasiado a muerto, a naftalina y que a fuerza de ser trascendental tan solo conseguía ser cursi.








Niña de fuego
Manolo Caracol




Carmen de Córdoba - Julio Romero de Torres


Niña de fuego
Concha Buika





Y ahora, cuando en voces más jóvenes escucho la copla y gustándome como me gusta, no puedo evitar que  como un escalofrío me recorra el cuerpo los versos de Don Manuel y me pregunte: ¿Que cosa extraña es la mente que adorna un pasado sombrío con las luces de lo que amas haciéndolo parecer luminoso?


La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.

El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero;
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.

Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahur, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.

El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero,
el vacuo ayer dará un mañana huero.

Como la náusea de un borracho ahito
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.

Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.

Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

Antonio Machado

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