jueves, 8 de diciembre de 2011

Defender la poesía

"...poesía necesaria,
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,"
Gabriel Celaya


Decían, no, no y no; la poesía social no es poesía, es panfleto. Los espíritus exquisitos rebosantes de sentimientos no deben bajar del séptimo cielo, el común de los mortales tiene necesidades materiales y nosotros, espíritus puros debemos cantar al amor, el cielo, los pajarillos, las florecillas y las preciosas puestas de sol. Lo material nos contamina.


En fin, se llamaran poetas pero si ponen puertas a la Poesía solo rimaran versos y se cuidaran muy mucho de molestar la mano que les aplaude, al coro de entendidos que en el periódico local les bendice, a las almas puras y sentimentales que a la primer ripio les pone los ojos blanco y orgasman ante tal belleza.


Pero los Poetas, escriben poesía sin etiquetas y como no son políticos, no son correctos. Los poetas no hacen ningún caso de las conveniencias. Los poetas no miden sus palabras. Brigitte Fontaine es una poeta, una de las mejores de la canción francesa y esto no es nuevo. En la era de la gran hipocrecía que borra la pipa de Jacques Tati de los carteles de los transportes parisinos, que quiere que la juventud sea eterna, se rebela contra las mentes bien pensantes, “por todos lados prohibición/palabra, escrito, fornicación/prohibido follar a los 60”; contra la suerte reservada a los viejos y los enfermos, “los enfermos están prohibidos/se los tira a la zanja/a menos que traigan guita”. Nos asesta por fin, con una voz suave “soy vieja y os doy por el culo/con mi look de libélula/soy vieja y voy a joder/un pequeño detalle olvidado”. Los poetas nos presentan, a veces, el espejo de nuestro propio destino, un destino contra el cual se levanta esta profeta del siglo XXI, “muy pronto música, amor y poesía/serán prohibidos por estos malditos" y el final de la canción es todo un manifiesto: "Si muero será de alegría"


Prohibition
Brigitte Fontaine



Defensa de la alegría
Mario Benedetti

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.


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